"Suite francesa" de Irène Némirovsky


Imbuida de un claro componente autobiográfico, Suite francesa se inicia en París los días previos a la invasión alemana, en un clima de incertidumbre e incredulidad. Enseguida, tras las primeras bombas, miles de familias se lanzan a las carreteras en coche, en bicicleta o a pie. Némirovsky dibuja con precisión las escenas, unas conmovedoras y otras grotescas, que se suceden en el camino: ricos burgueses angustiados, amantes abandonadas, ancianos olvidados en el viaje, los bombardeos sobre la población indefensa, las artimañas para conseguir agua, comida y gasolina. A medida que los alemanes van tomando posesión del país, se vislumbra un desmoronamiento del orden social imperante y el nacimiento de una nueva época.


Título: "Suite francesa" (Originariamente "Suite française")
Autora: Irène Némirovsky
Editorial: Salamandra
Número de páginas: 480

Cuando empecé a leer este libro, no estaba del todo segura de qué me iba a encontrar, pero por la sinopsis me pareció entrever que me iba a contar mucho más de lo que auguraba la adaptación cinematográfica de hace unos pocos años.

Efectiviwonder, así ha sido:

Evidentemente no, pero mola el GIF XD


"Suite francesa" fue concebido por su autora como una gran obra dividida en cinco partes, cada una de las cuales mostraría una vertiente distinta de la Segunda Guerra Mundial y cómo la población parisina lo estaba viviendo.

Pero no pudo ser.

A Iréne Némirovsky la asesinaron en Auschwitz en 1942, antes de poder acabar su obra. 

Solo escribió las dos primeras partes, incluidas en este volumen.

Y, aun a pesar de ello, es una bomba de relojería.


En el fondo, hay un abismo entre el joven al que estoy viendo en estos momentos y el guerrero de mañana. 
Todos sabemos que el ser humano es complejo, múltiple, contradictorio, que está lleno de sorpresas, pero hace falta una época de guerra o de grandes transformaciones para verlo. 
Es el es espectáculo más apasionante y el más terrible del mundo. El más terrible porque es el más auténtico. 
Nadie puede presumir de conocer el mar sin haberlo visto en la calma y en la tempestad. Solo conoce a los hombres y a las mujeres quien los ha visto en una época como esta. 
Solo ese se conoce a sí mismo.


Veis por dónde van los tiros ¿verdad?

Iréne Némirovsky hace gala de una lucidez fuera de lo común para describir a la humanidad en su máximo esplendor desde los hechos cotidianos de un puñado de personajes.

No deja títere con cabeza.

No he leído ninguna de sus otras obras, pero en el prólogo de esta edición se afirmaba que esta escritora tenía tendencia a desmenuzar la conciencia de todos sus personajes mostrando sus caras más egoístas, tacañas, ambiciosas, débiles, cobardes, traicioneras, desleales, enfermizas... y, en unas pocas ocasiones, la nobleza, la honradez y la bondad.

"Suite francesa" es un ejemplo soberbio del bisturí literario y psicológico de esta mujer.

Se detuvieron en una pequeña ciudad un poco apartada de la carretera principal, con la esperanza de encontrar alojamiento. Pero las calles estaban atestadas de vehículos de toda clase, los chirridos de los maltratados frenos hendían el aire; la plaza, situada junto al río, parecía un campamento de gitanos: los hombres, exhaustos, dormían en el suelo o se lavaban en la orilla. Una joven había colgado un espejito en el tronco de un árbol y se estaba peinando  y maquillando frente a él. Otra lavaba pañales en la fuente. 
En las puertas de sus casas, los vecinos contemplaban aquél espectáculo con expresión de estupor:
- ¡Pobre gente! Señor, lo que hay que ver- decían con piedad y un íntimo sentimiento de satisfacción; aquellos refugiados venían de París, del norte, del este, de provincias asoladas por la invasión y la guerra. Pero ellos vivían bien tranquilos; los días pasarían y los soldados lucharían mientras el ferretero de la calle mayor y la señorita Dubois, la mercera, seguían vendiendo sus ollas y sus cintas, tomando sopa caliente en sus cocinas y cerrando la pequeña cerca de madera que separaba su jardín del resto del mundo al llegar la noche.


No os suena de nada ¿verdad?

Ninguno de nosotros se ha comportado nunca como estos vecinos, ¿a que no?


Este no es un libro fácil ni agradable de leer. 

No todas las partes son iguales, obviamente. Y esta señora escribía de tomar pan y mojar. Pero lo que cuenta es una crítica voraz y certera hacia toda la suciedad de la humanidad, que es mucha, y que se regodea en el malestar del prójimo porque aumenta su sensación de plenitud, bienestar y seguridad.

En definitiva, un manuscrito (porque era un manuscrito cuando fue descubierto, posteriormente a la muerte de su autora) NECESARIO, que nos pensamos que somos diferentes a esas personas y creemos firmemente que no cometeremos sus mismos errores porque hemos nacido más tarde y ya nos las sabemos todas... hasta que uno se para a mirar a su alrededor y se da cuenta de que no.


Porque no es solo miseria y crueldad lo que sale de las páginas de estas dos novelas en una, es cierto.

Omitirlo sería no hacerle justicia a la escritora.

Por encima de todo este horror que os estoy contando, hay dos elementos que aportan luz y esperanza al por lo demás tétrico cuadro que describe Irène Némirovsky: un matrimonio parisino que habla de paz y luz y que me los comería con patatas y una historia de amor.

Sin embargo, en su alma había una especia de calor que jamás había sentido. Hasta sus movimientos eran más sueltos que de costumbre, y su propia voz resonaba en sus oídos como si fuera la de una desconocida: más baja de habitual, más profunda y vibrante, no la reconocía. Pero lo más delicioso era aquel aislamiento dentro de la casa hostil, unido a aquella extraña seguridad; no vendría nadie, no habría cartas, ni visitas ni teléfono. Y como esa mañana se le había olvidado darle cuerda ("naturalmente, cuando yo no estoy, todo va a la deriva" diría sus suegra), hasta el reloj, aquel reloj que le angustiaba con sus profundas y melancólicas campanadas, estaba callado. Para colmo, la tormenta había vuelto a inutilizar la central eléctrica; durante unas horas, la región estaría sin luz y sin radio. La radio muda, ¡qué descanso! No había tentación posible. No se podía buscar París, Londres, Berlín o Boston en el negro dial. No se podrían oír esas malditas, invisibles, lúgubres voces que hablaban de barcos hundidos, aviones derribados y ciudades bombardeadas, que recitaban números de muertos, que anunciaban futuras matanzas... Bendita paz... Hasta la noche, nada. Solo las lentas horas, una presencia humana, un vino suave y aromático, música, largos silencios, la felicidad...

Leer como Lucile se abre a la atracción física, al empoderamiento como mujer libre, al placer, a la pasión, a la rebeldía... me ha gustado muchísimo.

De esto no os pongo fragmento para que os pique la curiosidad y lo leáis ;P

Pero no os esperéis algo erótico; es todo muy sutil. 


Así pues...
¿Viajas a la Francia de 1941?

Comentarios

  1. ola, soy Sarai del blog Soy Invenciblee.

    Me encanta tu blog :))
    ¿Nos seguimos? Te dejo mi blog:

    https://soyinvenciblee.blogspot.com.es

    TE ESPERO :))

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